Las arenas dibujan el infinito
bajo el poniente Sol renacen
y se regocijan con danzas
de nuevas huellas que las acarician
sin conocer la melodía
en la que ellas se sumerjen.
Una incómoda calma
me invade como una marea.
Jamás tuve tanto deseo
de desear algo que aún no deseo.
El horizonte, el fín de mi mundo
la esencia se acerca
y crece el misterio
de lo desconocido.
Ya no temo a nada
sólo me temo a mi mismo
como ese guerrero
que no encuentra enemigo
y se cuestiona qué es la soledad
y cuál es el camino
en este desierto de camellos
y beduinos.
Sueño de frontera
de Soles que lloran
y de blanca y pura nieve
ennegrecida por la noche.
Monday, March 31, 2008
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